Semana nº3 - Pedacitos de sol
Es curioso cómo, aunque las cosas estén quietas, aunque no haya movimiento, la vida se cuela, accediendo a cada rincón de la existencia. La naturaleza se abre paso y lo traspasa todo. El otro día, mientras charlaba con una amiga por teléfono, aprovechaba para poner un poco de orden el caos diario que se despliega cada mediodía en la cocina. Entre la charla y la limpieza, mi mirada se detuvo en un color sospechoso en la canasta de frutas y verduras. Estos últimos días, a mis pimpollos se les pasó la fiebre por las naranjas y comieron mucho menos de lo habitual, lo que desembocó en un magnífico jardín de tonalidades verde pálido entre el montón de frutas, especialmente sobre unas naranjas que habían quedado al fondo, olvidadas.
Mientras separaba las naranjas buenas de las malas, pensaba en cómo, de vez en cuando, mi parte creativa se queda ahí, en algún rincón olvidado de la rutina diaria. Y cómo esa inactividad deja rienda suelta a los hongos, que avanzan sigilosos, conquistándolo todo a una velocidad vertiginosa, cubriendo todo lo que esté oculto a la luz y al aire. Invaden toda "materia viva" que se cruce en su camino, llegando a cubrirla completamente hasta dejarla sin un milímetro de superficie visible, asfixiándola.
Y pensaba cómo, a veces, con solo exponernos a situaciones distintas, que nos movilicen, que nos despierten una mínima curiosidad, podemos revertir la situación. Dicen que no hace falta pasar horas y horas sumidos en ese juego (aunque, si soy sincera, qué bien me vendría). Que bastan 30 minutos al día, 30 minutos que pueden cambiarlo TODO. Y la pregunta del millón es... ¿a qué juego?
“Los adultos cuando juegan normalmente intentan evadirse de su vida cotidiana. Juegan para olvidar, para desconectar. Es justo lo contario de lo que significa el juego para el niño: la manera más directa de CONECTARSE con la vida cotidiana, consigo mismo y con el mundo.”
- Extracto del libro Jugar de André Stern
Al juego que te despierte curiosidad y entusiasmo. Para algunos será pintar, bailar, cantar, cocinar; para otros, plantar, escribir, dibujar, tejer...y una lista interminable de palabras terminadas en AR, ER e IR. Todas requieren acción, movimiento. Eso es todo. Y no ponerle ningún objetivo (o sí), sino simplemente disfrutar de esa actividad por sí misma. Como cuando éramos chicos y simplemente nos dedicabamos a CREAR.
Aquí dejo las fotos de las naranjas encontradas, las invadidas y la rescatada.
Para acompañar estas fotos, les comparto una canción de la talentosa Marta Gómez, cuya letra está llena de ternura y rayos de sol. Empezamos a escuchar a Marta Gómez hace unos años, cuando buscábamos canciones para nuestras mañanas de juego. Si no la conocen, los invito a escucharla; es una voz cargada de cariño que te hace sentir en casa, te invita a dejarte llevar, a apreciar las cosas simples y a soñar.
“Todos los niños son artistas. El problema es mantenerlos así hasta que crezcan”
Por aquí les dejo una receta simple y revitalizante, llena de energía, como una batería cargada de sol, que nos acompaña en casa cuando queremos comer rico a mitad de la mañana.