
Semana nº1 - Corazón de cebolla
Con poco ánimo, me dirijo a la cocina. Son las 9 de la noche y no tengo nada preparado... puff. Por ósmosis, agarro una cebolla y empiezo a pelarla. Con cada capa que le arranco, voy develando algo nuevo. Me asombra su color dorado, sus líneas paralelas y el brillo de cada cáscara, con forma de cuenco, que va cayendo sobre la tabla. De pronto, me doy cuenta de que ese malestar con el que llegué a la mesada se esfumó; ya no está.