Como empezó todo
Reto nº1 - #Tesoros
Para los que no me conocen, este fue mi primer reto. No lo plantee por seguir alguna tendencia del momento, sino simplemente para obligarme, ya que me cuesta horrores y me sigue costando muchísimo, ser c o n s t a n t e.
Para ponerlos en contexto, soy de las que empieza cinco cosas a la vez y no termina absolutamente ninguna… solo, eso sí, las tareas que involucran a otras personas, porque siento un compromiso muy fuerte por terminarlas, no sé explicarlo, supongo que simplemente es parte de mi cableado. Ahora, en cuanto a comprometerme con mis propios planes… puff, eso es otro rollo. Proyectos locos, ideas de negocios, de decoración, de cuentos, de fotos, de manualidades… se me ocurren todo el tiempo. Probablemente empiece varias a la vez, y como es lógico, surgen dificultades e imprevistos. Y aquí es donde entra en escena mi vocecita boicoteadora: “Nah, ya lo haré más adelante, no es el momento; mmm, creo que tengo que seguir estudiando, todavía no me da; o la peor de todas las excusas: no sirvo para esto, mejor lo abandono antes de que me sienta peor.”
Si retrocedemos en el tiempo hasta febrero de 2023, me encontraba de vacaciones en México con mi familia, en un lugar soñado, un rincón muy poco conocido, alquilamos un departamento que daba a la playa. Grandes extensiones de playas blancas para caminar, donde parece que el tiempo se mueve a otra velocidad, mejor dicho, se expande. Y de pronto, uno tiene tiempo para todas esas cosas que resultan imposibles de pensar en dedicarles en la rutina diaria: hacer construcciones de arena, buscar caracoles, quedar cubierta de arena como una milanesa para entrar al agua, limpiarse y, nuevamente, volver a repetir el procedimiento. Y, por supuesto, en mi caso, hacer fotos.
En una de esas mágicas siestas mexicanas, cada uno estaba en su momento de relax y yo aproveché para disfrutar de ese instante y dedicarme a lo mio. Estiré una toalla sobre el suelo y puse sobre ella todos los “tesoros” encontrados en la playa. Sabía que no podía llevarme esos recuerdos, pero quería al menos tener una foto de ellos. El acomodarlos, jugar con sus formas, colores y texturas, me transportó a otra época, a la niñez, a ese juego sin objetivo ni fin, que era puro gozo.
“La pregunta no es qué miras, sino qué ves.”
— Henry David Thoreau
A partir de ese experimento, decidí que, cuando volviera a casa, me pondría el reto de hacer lo mismo con los tesoros naturales que encontrara en mi vida diaria: en las visitas al parque con los chicos, en mis salidas a la naturaleza o en las simples caminatas alrededor de casa. Llueva o truene, haría una foto por día, sí o sí. Así fue como empezó Chronica Natura, y así fue como me enamoré de la experiencia. Publicaba una foto todos los días en Instagram. El reto era: ¿qué texto acompañaría la foto? Mi voz boicoteadora amenazaba una vez más el inicio de un proyecto: “¡Si no servís para eso, mejor dejalo!”. Por suerte, no me dejé tentar y encontré la siguiente solución: buscar una frase de alguien que sí sabe lo que dice y lo dice con maestría. ¡Voilá! ¡Tema solucionado! Fue así como pasaron 9 meses ininterrumpidos de una foto diaria acompañada de una frase. Fue un embarazo que disfruté al máximo, aunque hubo veces, debo confesar, que estuve al borde de claudicar. De esta manera fue como surgió el primer proyecto de Chronica Natura #tesoros. Ahora, después de casi un año, retomo con un nuevo desafío. ¿Cuál es? Eso lo dejo para el próximo post. Les comparto por aquí algunas fotos y videos de detrás de cámara del proyecto. Si quieren ver todas las fotos, pueden hacerlo por AQUÍ.



